lunes, 20 de mayo de 2013

El juego en la educación: Algo serio.



A menudo me acuerdo de lo bien que lo pasaba de niño jugando afuera con mis amigos. No importaba si hacía frio o llovía y cualquier sitio nos servía para dar rienda suelta a nuestra imaginación e inventar juegos nuevos con los que pasar la tarde. Hoy en día veo que estos juegos en grupo que surgían de forma espontánea se fueron sustituyendo por clases de inglés, de natación, de música en las cuales se da poco margen a la imaginación y la creatividad de los niños.

David Elkind es un experto psicólogo en desarrollo infantil que ha investigado sobre el uso del juego en la educación. Una de sus principales conclusiones es que fomentar el juego imaginativo favorecería un futuro exitoso a nivel académico y social.

El juego espontáneo y creativo promueve el desarrollo cognitivo y sienta las bases para cualquier aprendizaje.
El aprendizaje, como el juego, es un proceso que se basa en interacciones sociales. Mediante la exploración de objetos el niño desarrolla habilidades y conoce su entorno, pero si se incluye la interacción con otras personas en un contexto de juego espontáneo e imaginativo, los niños aprenden de una manera más rápida y enriquecedora, participando mediante roles en la resolución de problemas que le servirán, en un futuro, para llevar a cabo tareas más complejas.

Pero además, Elkind afirma que los niños que participan en juegos espontáneos, no dirigidos o estructurados previamente según unas pautas educativas o pedagógicas, son más capaces de reconocer y controlar sus emociones, además de aprender valores sociales como la cooperación, la empatía, la negociación o el respeto mutuo.

Esta es la teoría, pero la realidad demuestra que en los últimos veinte años el tiempo de juego libre, en sociedades postindustriales, se ha visto disminuido en unas 8 horas a la semana. Como ejemplo, Elkind comprobó que más de 30.000 escuelas de EEUU habían eliminado el recreo para tener más tiempo para las clases académicas.

Si todas las investigaciones demuestran que el juego es esencial para el desarrollo cognitivo, emocional, físico y social en todas las edades, especialmente en la forma de juego libre donde los niños crean sus propias dinámicas e inventan sus propias reglas, ¿por qué no existe una mayor consideración del juego espontáneo en los programas educativos?

Quizás la respuesta esté en los propios padres que consideran más relevante, de cara a un futuro prometedor que sus hijos inviertan el tiempo en actividades académicas para un aprendizaje “controlado” según unas pautas metodológicas, en las que se incluyen las actividades extra – escolares o el deporte organizado, a que “pierdan el tiempo jugando”.

Ahora que ya sabemos la importancia del juego en el desarrollo cognitivo y emocional de nuestros hijos, ¿cómo debemos actuar como padres?

Elkind propone lo siguiente:

- dejar que los niños sean niños, y no convertirlos en adultos prematuramente
- comprar pocos juguetes y primar los más sencillos que puedan estimular su imaginación
- evitar la carga excesiva de actividades escolares o formativas
- invitar a sus amigos a que jueguen en casa
- fomentar los paseos a la calle, a los parques
- por supuesto, disminuir las horas de televisión
- ¡y jugar con ellos!

Allá voy...

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