En el contexto actual de crisis hablar de
“felicidad en el trabajo” puede parecer
muy utópico y además ya se le ha dado muchas vueltas a este tema últimamente, pero, ¿alguna vez nos hemos parado a analizar en profundidad cuáles son esas cosas concretas que hacen que nos sintamos felices cuando trabajamos? Sin duda hay unas cuantas (y cada uno tendrá las suyas), pero desde la perspectiva de la motivación y el interés del
individuo por realizar aquello en lo que estamos preparados debemos siempre, en
primer lugar, orientar nuestra búsqueda de empleo al trabajo más adecuado para
nuestras habilidades, reflexionando sobre qué es lo que realmente nos gusta y sabemos
hacer bien y en qué puestos podemos desarrollar nuestros conocimientos,
habilidades y destrezas.....si las circunstancias lo permiten, claro está...
Si enfocamos el tema desde el punto de vista de la teoría de la Psicología de las Organizaciones, cumplir con tareas para las que estamos preparados nos haría sentirnos más útiles en nuestro entorno laboral y más motivados en el desempeño de nuestras rutinas, por lo que el tiempo ocupado en el trabajo lo veríamos como una inversión más que como una pérdida de oportunidad por hacer o disfrutar de otras cosas.
Entramos en el concepto de “FLOW”, un estado
psicológico en el que los trabajadores no controlan el tiempo de dedicación
sobre el desempeño de sus tareas, sino el éxito en la realización de las mismas,
implicándose en el trabajo. Es lo que ocurre cuando sentimos que "se nos ha pasado la mañana volando"...
Según Mihail
Csikszentmihalyi,
psicólogo, profesor e investigador universitario centrado en el estudio del
flow desde 1975, debemos entender el
“estado de flujo” en relación a la creatividad y la felicidad de las personas.
El flow es un estado mental en el
cual la persona está totalmente absorta en la actividad que está realizando y se
caracteriza por la total implicación con las tareas encomendadas.....esa
implicación genera sensaciones positivas experimentadas por el propio
desarrollo de la actividad.
Por ello, una circunstancia clave es que las habilidades o las destrezas estén en
equilibrio con el reto o requisitos de las actividades propuestas, es
decir, que el nivel de exigencia de las tareas esté adaptado a nuestras
competencias, conocimientos y habilidades.
Si el desarrollo personal es un
elemento de la felicidad, en un entorno laboral conseguir un estado de flow
generará una aportación “extra” de felicidad. Desde la perspectiva de las
organizaciones, aumentar la frecuencia de las experiencias de flow puede ser
una manera de aumentar la eficacia de los entornos de trabajo.
Para ello las organizaciones
deberían plantear a cada empleado objetivos claros y alcanzables: cada
actividad a desarrollar debe tener un objetivo claro y corresponderse con sus
habilidades y capacidades. Tareas muy sencillas harán que nos aburramos, las
percibamos como monótonas y nos desmotivemos, pero si por el contrario se nos
pide desarrollar una tarea muy por encima de nuestras capacidades probablemente
nos enfrentaremos a situaciones de
estrés y ansiedad.
Tenemos
que tener en cuenta que la satisfacción no está
tanto en el logro de un objetivo, sino en el proceso que hemos puesto en marcha
para alcanzarlo. Sólo cuando el nivel
de reto propuesto en la actividad y el nivel de nuestras habilidades personales
están equilibrados pueden darse las condiciones para experimentar un estado de
flow.
Pero debemos tener cuidado, una
dedicación exclusiva al trabajo puede derivar en una adicción al mismo y eso es
contraproducente para conseguir un estado de felicidad.
El secreto, como en todo, está en el
equilibrio... :-)